Las redes sociales se han vuelto el espacio colectivo más relevante hoy en día. En las diversas plataformas sociales compartimos información personal y de todo tipo, gustos, preferencias, opiniones y demás. Hoy en día, 6 de cada 10 personas en el mundo son usuarias de redes sociales. Y la cifra sigue creciendo día a día.
Esta inmensa cantidad de usuarios intercambian una gran cantidad de comunicaciones y de contenidos propios y/o de terceros. Generan diferentes tipos de ecosistemas que se han vuelto economías en sí mismas, como la economía de la atención o la economía de la información.
Uno de los ecosistemas que más han crecido en los últimos años y meses, impulsados por los cambios en las diversas redes sociales que buscan abrir o democratizar más las plataformas es la llamada economía de la pasión. Ligada a la economía de contenidos.
¿A qué nos referimos con la economía de la pasión? Nos referimos al creciente deseo de acceder e intercambiar contenidos en las redes sociales a partir de desarrollar actividades profesionales que permiten “obtener ingresos y ganarse la vida gracias a aquello que les gusta” (bit.ly/3Y1zKYj).
Hoy, el mundo digital ha abierto una gran cantidad de espacios para los contenidos, desde mensajes, videos, podcast, videojuegos y demás. “Si el contenido le gusta a la gente, cada vez será visualizado por un mayor número de personas. Cuando el alcance del contenido es grande, existe la opción de monetizarlo a través de vías como la publicidad o la venta de bienes y servicios”.
La economía de la pasión provoca una dinámica donde los que “participan logran generar ingresos gracias a aquello que les gusta”, a partir de las plataformas digitales. Quienes “forman parte de ella pueden lograr miles e incluso millones de seguidores y son mayoritariamente creadores de contenido -texto, imagen, video o audio-. Los ingresos se pueden conseguir a través de publicidad, suscripción a contenido exclusivo, merchandising o libros¨ (bit.ly/3FbXSPg).
“La democratización de los canales digitales, la proliferación de herramientas de producción, software, marketplace y de una gigantesca cantidad de herramientas lo están haciendo posible. La tecnología ha rebajado drásticamente los tiempos y costos de producción en todos los sectores. Ha conectado al mundo entero creando mercados enormes, donde antes apenas había nichos. Ha facilitado las comunicaciones para establecer relaciones entre corporaciones o particulares. Estos factores disminuyen las barreras para entrar al mercado, prácticamente todas las personas que viven en el mundo desarrollado pueden participar, pero la oferta es tan amplia que la única manera para triunfar es ofreciendo algo diferente, personalizado, único, inconfundible¨.
Sin embargo, la realidad es otra, de acuerdo con Li Jin, consultor y capitalista del fondo de inversión Relevant y de Web3, quien afirma que “la mayoría de los creadores existen en estado de precariedad y apenas ganan nada. Muy pocos generadores de contenido pueden ser creadores de tiempo completo, y la gran mayoría de ellos estaban ganando un poco de ingresos aquí y allá” (bit.ly/3iKFF3W).
La idea de Li Jin es construir una clase media creadora a partir de un ingreso básico creativo que apoye a los creadores emergentes por medio de un gran fondo de inversión.
“Si el objetivo es poder ampliar esto como una trayectoria profesional a muchas más personas, entonces se podría utilizar un ingreso creativo para financiar a los creadores emergentes. Podrían subvencionar los inicios de los creadores en estas plataformas y ayudarles a convertirse en creadores de contenido de tiempo completo”.
Parece ser que la tecnología y la innovación en las redes sociales sigue en movimiento, buscando ampliar sus horizontes con nuevos y novedosos contenidos creados por nuevos protagonistas. Esta ‘democratización’ a través del ingreso básico creativo de los contenidos puede crear nuevos aires y mayor derrama económica entre más participantes. Veamos si crece esta propuesta.