Una reciente encuesta publicada en el periódico El Financiero, nos brinda una fotografía precisa de cómo se encuentran ubicados los partidos políticos en las preferencias ciudadanas.
El estudio va en la perspectiva de qué sucedería si el día de hoy los mexicanos acudieran a votar para conformar la Cámara de Diputados, un proceso que tendrá lugar hasta 2021.
Morena, el cual inició 2019 con una intención de voto de 46%, tiene para noviembre 10 puntos menos, 36%. Aún así, la intención electoral por el partido del presidente López Obrador triplica la del PAN (12%). El PRI, por su parte, concentra el 9% de las preferencias.
Lo más destacado de este estudio es la observación de que los votantes que se han alejado de Morena no han ido a parar a la órbita de los partidos de oposición, sino a engrosar las filas de los indecisos, que hoy representan un 42% del total.
Hay un creciente desencanto hacia el partido en el gobierno que empieza a pagar el costo de gobernar, así como las pésimas señales que ha enviado con la caótica y conflictiva renovación de su presidencia nacional.
Morena no ha podido acreditar que represente aire fresco, una nueva visión democrática, en las prácticas partidarias. Todo lo contrario, en muchos aspectos es un espejo del viejo priísmo, del cual este partido abreva a través de múltiples vasos comunicantes.
Llama la atención de la encuesta citada el carácter casi testimonial que tiene la oposición, que sigue mostrando una gran confusión conceptual y se ha visto francamente incapaz de construir una contra-narrativa al discurso de López Obrador y de la 4T.
Tanto PAN como PRI siguen manteniendo una actitud reactiva. Su mayor error es seguir esperando el colapso de Morena por efecto de sus propios errores e insuficiencias.
Creo que eso no va a suceder, o no al menos en la dimensión que estos partidos esperan. Aunque Morena está muy lejos de la popularidad del presidente (que sigue rondando el 70%), sigue capitalizando, casi de manera inercial, el ánimo social positivo que prevalece hacia López Obrador.
Qué débil se ve el PAN aludiendo a la fuerza de su pasado, pero incapaz de dibujar una perspectiva de futuro. Sus spots están bien elaborados, pero le hablan solo a su militancia, no emocionan al resto de los mexicanos.
El dirigente nacional de PRI, Alejandro Moreno, única voz de ese partido, habla de “revolucionar” al tricolor ¿qué significa esto? ¿hasta dónde llega el propósito de transformación? ¿hay conciencia de la crisis de imagen que enfrentan?
Ahora bien, sería un error ubicar todas las expectativas políticas exclusivamente al entorno nacional. Buena parte de la lucha por el poder se escenifica en el ámbito local, ahí se muestra la congruencia política, se construye consenso, se amarra voto a través de la labor de los gobernadores.
De acuerdo con una encuesta de Consulta Mitofsky, también de noviembre de este año, 6 de los 10 gobernadores mejor calificados en el país son de Acción Nacional (Yucatán, BCS, Guanajuato, Aguascalientes, Querétaro y Nayarit). Todo indica que buena parte de las posibilidades políticas de Acción Nacional se forjarán en el espacio político subnacional.
Al PRI no le va tan bien, su gobernador mejor rankeado está en el lugar 13 (Hidalgo) y tiene a uno de los peor calificados, se trata del gobernador del Estado de México, ubicado a la cola, en el lugar 30.
Recordemos también que, en las elecciones locales del 2 de junio de este año en seis estados, el PAN y el PRI mostraron un alto nivel de competitividad. En Puebla el voto por el blanquiazul superó al de Morena, quien ganó la gubernatura gracias al apoyo de sus aliados.
La siguiente gran batalla política será en 2021, con la elección de los 500 integrantes de la Cámara de Diputados y 13 gobernadores.
Se prevé un contexto muy complejo por la entrada de nuevos jugadores a la arena electoral (el partido de Elba Esther Gordillo, Redes Sociales Progresistas; el partido de Felipe Calderón y Margarita Zavala, México Libre), la reducción del financiamiento a los partidos políticos, un INE posiblemente menos autónomo y más capturado por la 4T.
Ojalá PAN y PRI comprendan que cuentan con un plazo muy corto para renovarse y construir una oferta atractiva para un electorado, que como lo vimos en la encuesta de El Financiero, se muestra cada día más escéptico y volátil. México necesita una oposición fuerte. Es algo vital para la democracia.