Tenemos una sociedad muy desigual, los contrastes son lacerantes, hay pocos que tienen mucho y muchos que viven con apenas lo indispensable. La Cuarta Transformación ha señalado la necesidad de cerrar estas brechas, lo cual constituye, sin duda, un acierto.
Es mucho lo que nos divide: el ingreso, las oportunidades educativas, la calidad de la atención a la salud, incluso el color de piel, como lo demostró un estudio del INEGI en 2016 (Módulo de Movilidad Social Intergeneracional) que presenta evidencia sobre cómo las personas son más pobres y tienen acceso a menos satisfactores conforme su piel es más oscura, lo que habla de un componente racial en la construcción de la desigualdad.
Más aún, si algo ha quedado claro en las últimas décadas, es que el elevador social está descompuesto: los que nacen pobres tienen una altísima probabilidad de serlo toda su vida y de heredar esta situación a sus hijos. Esto es consecuencia de muchos factores, entre ellos la escasa calidad de la educación que reciben, una mala nutrición, la falta de acceso a activos productivos o patrimoniales, la incapacidad de obtener un empleo de calidad.
Ya es mucho lo que nos separa, como para añadirle más elementos a esta narrativa sobre la existencia de “mexicanos de primera y de segunda”. Y lo señalo porque precisamente el lenguaje presidencial hace énfasis en la estigmatización de un sector de la sociedad mexicana a cuyos integrantes denomina “fifís”, “conservadores”, “corruptos”.
No es un tema trivial o una ocurrencia que puede tener hasta un tono divertido: estos calificativos, desde la voz del Presidente, adquieren una enorme fuerza retórica.
Un ejemplo es la guerra de agresiones cada vez más intensa entre “AMLOvers” y “PEJEiters” en las redes sociales.
Sin embargo, el odio está pasando del mundo virtual al mundo real. Se están volviendo cada vez más comunes los ataques físicos y verbales a personas cuyo único pecado es ser blancas o conducir un auto relativamente nuevo.
Panjak Mishra autor de “La edad de la ira”, un libro absolutamente recomendable para estos tiempos, sostiene que en la construcción de la modernidad los que no lograron disfrutar de la libertad, la estabilidad y la prosperidad que aquella prometía, son muy susceptibles a ser manipulados para reaccionar con odio hacia supuestos enemigos, y llama a sacar del olvido e incorporar a esos marginados para construir sistemas democráticos y gobernables. Ésa debe ser la vía y no el llamado a la confrontación de clases.
El Presidente ya está resintiendo el desgaste de su estilo de comunicación. De acuerdo con la consultoría SPIN, Taller de Comunicación Política, las reproducciones o “vistas” de los videos de la cuenta de Facebook (@lopezobrador.org.mx) sobre las conferencias de prensa del Presidente han venido disminuyendo a lo largo del tiempo. Hoy, solo el 10% de los 6.2 millones de seguidores de AMLO en Facebook reproducen el video de la conferencia.
Por otra parte, el Presidente está enfrentando el costo de gobernar. La encuesta de México Elige que se aplica a usuarios de Facebook, correspondiente a mayo, documenta que la aprobación a AMLO viene cayendo de manera sostenida desde su punto más alto en febrero de este año (73%) a 54.9; la misma tendencia muestra la calificación al Presidente que bajó de 68.8 a 51.1.
41% de los encuestados estarían hoy por la revocación de mandato, 18% más que en febrero pasado. 42% votarían por AMLO para un siguiente periodo presidencial contra 49% que no lo harían.
Hay demasiados frentes abiertos, una economía que no crece lo deseasble, la dudas de confianza de los inversionistas, la creciente inseguridad, la crisis migratoria. No necesitamos más conflictos, necesitamos salidas.
La extraordinaria legitimidad de la que todavía goza el Presidente, su indiscutible liderazgo, la hegemonía que mantiene su partido en el Poder Legislativo, deben ser aprovechadas, no para intentar la disminución del otro, sino para unir y convocar, proponer y acordar, planear y hacer.
AMLO puede convertirse en el mejor Presidente que ha tenido este país si entiende que la política es generosidad y que el futuro sólo se forja uniendo a un pueblo.
Aprovechando que tanto le gusta la historia, sería bueno que voltee a ver el ejemplo de Lázaro Cárdenas, uno de sus referentes simbólicos más importantes.
Cambiemos las coordenadas del discurso a favor de la unidad. Aún hay tiempo. México lo merece.
Quiero felicitar a las madres de México en su día. Sin ellas no tendríamos esperanza y ejemplos heróicos de lo que se puede lograr con amor, dedicación, tesón y fe.