Una indígena maya se quita el huipil bordado que viste a diario en su comunidad porque va a viajar a la ciudad; la razón: la gente la mira con desprecio y “la hace menos” por su aspecto.
Una niña de una localidad rural no asiste a la escuela porque sus padres consideran que terminará dedicándose a las tareas del hogar, así que “no tiene sentido gastar en su educación”. Una familia que profesa la religión evangélica en el estado de Chiapas se queda al margen de un programa social municipal, porque el alcalde es católico y “no le gustan aquellas personas que van en contra de sus creencias”.
Una persona de más de 50 años cuenta con toda la experiencia y las habilidades para ocupar un puesto de trabajo, pero se lo niegan bajo el argumento de que prefieren gente más joven, “ya que es más productiva y se enferma menos”. Un partido político cumple con la cuota de género que exige la ley en materia de candidaturas al darle el 50% a las mujeres, pero las postula a distritos o cargos de elección que ya sabe que va a perder, mientras las candidaturas potencialmente ganadoras son encabezadas por hombres.
Hay en el anecdotario muchos casos que hacen referencia a situaciones de discriminación. Ésta va de la mano con la intolerancia y ambas se entrelazan para explicar algunos de los más aberrantes acontecimientos de la historia humana, desde la esclavitud de la población negra en la época colonial, hasta el exterminio del pueblo judío. Otra expresión de la discriminación es la xenofobia, presente en el discurso de Donald Trump en contra de los mexicanos y en el feroz rechazo de las ultraderechas nacionalistas europeas contra los migrantes árabes y africanos.
En México, a pesar del mandato de igualdad de la Constitución y de todo un entramado de leyes e instituciones, la discriminación es algo muy extendido. ¿Qué tanto? Hoy tenemos una idea más aproximada gracias la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017 realizada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), el INEGI y la UNAM aplicada a una muestra de 40 mil hogares.
De acuerdo con sus resultados, una de cada cinco personas mayores de edad en México fueron discriminadas durante 2017, principalmente por motivos relacionados con su apariencia física, su arreglo personal, su edad o por profesar una religión distinta a la católica. En Sonora, el 18.6% de las personas mayores a 18 años han sentido que han sido objetos de discriminación.
El principal motivo de discriminación fue la apariencia (57%), seguido de la manera de hablar (28%), la edad (27%), las creencias religiosas (25%), el lugar donde vive la persona (22%) y 20% fueron rechazados en razón de su clase social.
Los grupos que reportan en mayor medida haber sido víctimas de actos de discriminación durante 2017 en al menos un ámbito social son las personas con discapacidad (25%), personas indígenas (20%), personas que profesan una religión distinta a la católica (20%), mujeres (18%), jóvenes menores de 30 años (16%) y adultos mayores (16%).
La discriminación en nuestro país tiene no sólo repercusiones morales o culturales, es un fenómeno que contribuye a reproducir y profundizar la desigualdad y la pobreza. Así se explica que las mujeres sean las responsables del 75% del trabajo doméstico y de cuidados del hogar, algo que les impide salir al mercado de trabajo y empoderarse económicamente. Así se explica también que el 72% de los indígenas del país sean pobres, que el 78% carezca de seguridad social y que más de la mitad no tenga acceso a servicios básicos en su vivienda como agua, drenaje y electricidad.
La discriminación explica también la alta tasa de feminicidios que existe en algunas entidades federativas, explica también los elevados niveles de violencia doméstica (66% de las mujeres han sido víctimas de maltrato físico o psicológico en su propio hogar de acuerdo con el INEGI). Por si esto no bastara, 27% de las mujeres que han trabajado han sido víctimas de acoso sexual o humillación en su espacio laboral.
Ser mujer, indígena, adulto mayor, homosexual, persona con discapacidad constituye un factor de vulnerabilidad para millones de mexicanos en el marco de una cultura social todavía muy refractaria a la tolerancia, el respeto y la solidaridad hacia quienes son distintos. Esto es inaceptable.
La Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017 debe servir como un documento detonador del debate público y como un incentivo para ponernos a trabajar, TODOS, ciudadanos, organizaciones civiles, instituciones gubernamentales, medios de comunicación, en la construcción de una sociedad auténticamente democrática, donde prevalezca la convivencia plural y donde todos sus integrantes tengan acceso en condiciones de equidad a los derechos humanos y sociales que la ley establece.