Desde mediados del siglo XX se inició una transición de la población de las zonas rurales hacia las ciudades. Este movimiento se aceleró a inicios del presente siglo, consolidando a las ciudades como el nuevo espacio común. Se espera que esta dinámica continúe en los próximos años.
Actualmente más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. Cerca de 3,600 millones de personas viven actualmente en urbes de más de 300 mil habitantes, cifra que llegará a 7,000 millones en 50 años. Hay un dato contundente: cada segundo, se suman a estos asentamientos del mundo dos habitantes más. Y no solo tendrá más habitantes, sino que se convertirán en las zonas donde se producirá la riqueza en el mundo.
“La urbanización se está acelerando de forma sorprendente. Todo lo conseguido en 12 mil años de historia de la humanidad, se duplicará en 50 años. El objetivo de la urbanización es entregar una vida digna a los ciudadanos”, señaló Joan Clos, Director de ONU-Hábitat.
Las ciudades se convirtieron en el eje del desarrollo económico y social. Ahí se concentran las inversiones y los mercados financieros; son el puente hacia el conocimiento, la cultura, la tecnología y la información; son el asiento de las instituciones democráticas y de la participación ciudadana. Según la consultora McKinsey, en las 600 ciudades más habitadas vive 23% de la población total y produce 55% del PIB mundial. Calculan que la producción de riqueza llegará a 58% en 2025.
De ahí que vale la pena imaginar qué sucederá en el futuro en las ciudades. Hacia dónde apunta su desarrollo y qué rol van a jugar. Aquí vale la pena retomar las predicciones hechas por Teemu Alexander Puutio, catedrático e investigador de la Universidad Turku de Finlandia. Para empezar, este especialista en grandes urbes predice que estas van a jugar un rol más destacado del que han jugado hasta hoy. Afirma que se convertirán en el nuevo centro de las decisiones económicas y políticas, por arriba de los países.
Aquí las predicciones de Puutio:
La próxima generación C, para reinventar el trabajo. Esta generación conocida, como la generación conectada, no sólo está integrada por millennials o estratos por edades, sino por personas que viven gran parte de su tiempo en la red y producen e intercambian una gran cantidad de contenidos digitales. La generación C cambiará la forma de trabajar y entregar los productos de su trabajo, que serán repartidos globalmente y sin restricciones geográficas. Todo será a través de Internet, lo cual cambiará la concepción actual de movilidad urbana. Estos nuevos trabajadores buscarán lugares donde obtengan más bienestar y se identifiquen con las personas vecinas.
La economía de las ciudades será la más importante. Al romperse las necesidades de cercanía geográfica, las economías de las grandes ciudades se transformarán en ecosistemas que buscarán satisfacer sus necesidades localmente. La escala de las ciudades del futuro generará beneficios competitivos y reducirá los costos de producción. La digitalización les dará más poder, pues les permitirá resolver mejor sus problemas y retos.
Las nuevas micromultinacionales dominarán el mundo. En las grandes ciudades sus empresas nacerán bajo el concepto de compañías globales desde origen, esto es, diseñadas para entregar sus productos y servicios a sus clientes diseminados en el mundo. Ello cambiará de manera radical la competencia, pues sólo bastará una buena idea para conquistar importantes mercados en el mundo. Las plataformas digitales resolverán los temas de producción y logística.
Las ciudades asumirán el liderazgo mundial y resolverán los retos no resueltos por los países. Ya no será necesario tener un sistema nacional para poder crecer y tener relaciones internacionales. Al contrario, las ciudades generarán nuevas alianzas con otras de manera más natural y con mayor valor común. De ahí el crecimiento de nuevas organizaciones políticas, como la Liga Nacional de Ciudades de Estados Unidos o el Parlamento Global de Alcaldes, que están rompiendo los obstáculos geográficos e ideológicos. También las grandes ciudades podrán enfrentar de mejor manera los problemas de gobernabilidad, participación ciudadana en el gobierno o el combate a la corrupción. Aquí la cercanía mezclada con la tecnología ayudará a abordar de manera más eficiente efectiva la agenda común.
Estamos acercándonos a nuevos modelos de vida por el impacto de la tecnología y las plataformas digitales. Las ciudades serán el nuevo laboratorio global. La pregunta para el caso de México es muy pertinente: ¿estamos conscientes de esta nueva revolución?, ¿estamos preparados?