Un grupo de actores políticos, empresarios, emprendedores, académicos, investigadores, líderes religiosos y de la sociedad civil y funcionarios públicos, se dieron a la tarea, desde 2015, de consolidar un grupo de reflexión que genere una serie de visiones de futuro para México. Así nació Méxicos Posibles (www.mexicosposibles.mx).
Hace muchos años que no veía yo un grupo tan plural sumar esfuerzos para entender al país y proponer caminos que nos permitan mejorar tres asignaturas que resultan vitales para el desarrollo, la calidad de vida y la convivencia social. Se trata de tres “i”: ilegalidad, inequidad e inseguridad.
Durante la presentación de la propuesta, en el Palacio de Minería de la Ciudad de México, uno de los oradores, el politólogo José Woldenberg, puso sobre la mesa algunas ideas centrales: Méxicos Posibles parte de la convicción de que el futuro no está escrito y que será producto de lo que hagamos o dejemos de hacer como sociedad, no hay nada que condene al país a estar mejor o peor en el año 2030, podemos y debemos modelar el mañana.
La lucha por el poder, atizada por la actual coyuntura política y por todo lo que está en juego en los próximos comicios del 1º de julio, ha generado encono, confrontación, una profunda fractura de perspectivas e intereses que parecen insalvables.
No hemos pensado que, quien gane la Presidencia, tendrá al día siguiente el reto de convocar y persuadir a los otros para generar condiciones adecuadas de gobernabilidad que permitan conducir los asuntos públicos. Hoy nuestra democracia se ha fragmentado en múltiples centros de decisión que sólo pueden ponerse de acuerdo a través del diálogo civilizado, de la voluntad para poner por delante el interés superior de México y el bienestar de los ciudadanos.
Méxicos Posibles nos dice que ese diálogo sí es posible y que puede derivar en la construcción de escenarios que implican compromisos colectivos y la decisión de sumar todas las voces. Es un proyecto que recoge el espíritu mismo de la democracia que, a diferencia del autoritarismo que busca atrapar a la sociedad bajo el manto de un solo pensamiento y una sola voluntad, reconoce que la fortaleza de una sociedad está dada por su diversidad.
Méxicos Posibles ha diseñado cuatro escenarios para 2030: 1) México Agandallado, donde los grupos de poder actúan para mantener sus privilegios y riqueza, las instituciones continúan debilitándose, el crimen organizado se extiende territorialmente y se profundiza la desigualdad social; 2) México Pasmado, caracterizado por una serie de acuerdos cupulares para implementar cambios limitados que no desactivan el malestar social y que abren la puerta a líderes populistas de izquierda o derecha; continúa la debilidad crónica del Estado de derecho y el Ejército se mantiene en las calles; hay una distribución desigual del desarrollo económico que genera grandes disparidades regionales. 3) México Responsable, que se caracteriza porque las élites y los dirigentes del país son capaces de sacrificar privilegios a favor del bien colectivo, se implementan reformas profundas y se fortalece la cultura de la legalidad, se incrementa la confianza ciudadana en las instituciones y se revitaliza la democracia, el ejercicio del poder cuenta con verdaderos contrapesos.
El cuarto escenario es indeseable, es catastrófico, se trata del México Fallido: sociedad polarizada, caos, gente que se hace justicia por su propia mano ante la ineficacia de los cuerpos de seguridad, zonas de prosperidad económica protegidas por las fuerzas armadas, incremento de microeconomías informales e ilegales, paralización gubernamental; las tres íes empeoran aunque se mantienen islas funcionales.
Estos son los futuros que pueden surgir de la decisión de los mexicanos de intervenir o no, de involucrarse o no con la transformación del país, y no hablo sólo de un puñado de líderes como los que impulsan Méxicos Posibles.
Hablo también de ti, de mí, de nosotros, los ciudadanos, considerados en todos los escenarios bien como agentes de cambio capaces de modificar positivamente la vida de su comunidad, su escuela, su barrio, de vigilar a los políticos, de promover la virtud en quienes ejercen cargos oficiales, de promover desde abajo la democracia; o bien como testigos pasivos de la descomposición del país y el envilecimiento de lo público.
El mañana lo construimos nosotros. Sólo es cosa de poner manos a la obra.