Frente Ciudadano por México
En días pasados el Partido de la Revolución Democrática, Movimiento Ciudadano y el Partido Acción Nacional, formalizaron ante el Instituto Nacional Electoral (INE) su decisión de conformar el Frente Ciudadano por México, que tendrá vigencia hasta el 31 de diciembre de 2024.
Los propósitos de este Frente, por voz de los dirigentes de las tres fuerzas políticas, tienen hondas implicaciones para la construcción de un mejor país: impulsar un cambio de régimen, lo que transita por sacar al PRI de la Presidencia, eje del poder político, y crear nuevos contrapesos democráticos y desde la sociedad civil al Ejecutivo federal; cerrarle la llave a la absurda cantidad de dinero público que entregamos a los partidos políticos para su operación cotidiana y sus campañas electorales; eliminar el fuero constitucional que protege a los políticos deshonestos de la acción de la ley; combatir de raíz la corrupción que mina el desarrollo nacional y genera una profunda irritación social; impulsar políticas públicas más eficaces para combatir la inseguridad y la violencia; abatir la pobreza y la desigualdad; sentar las bases de un desarrollo económico que derrame prosperidad para todos.
Los tres partidos pusieron en la mesa una agenda mínima que tendrá que irse enriqueciendo al calor del diálogo con las organizaciones de la sociedad civil, los empresarios socialmente responsables y la academia. Desde su nombre mismo, este Frente se compromete, y ahí radica su primer reto político y moral, a escuchar a los ciudadanos e incorporar sus voces.
Hay dos actores muy claros que se verían afectados por los objetivos que hoy se propone el Frente Ciudadano por México. Por supuesto, en primer lugar, el PRI y sus gobiernos en todos los niveles, pero también Morena y su líder López Obrador.
Ambos intuyen el riesgo que representa para sus intereses la constitución de un frente plural que apuesta por las vías institucionales y democráticas para reformar el ejercicio del poder, y por eso han reaccionado señalando la inviabilidad de una alianza entre la derecha liberal y la izquierda; dicen que es como tratar de mezclar “el agua y el aceite”.
Alejandra Barrales, la presidenta nacional del PRD, ha respondido a estas críticas afirmando que “los tres partidos tenemos claro que lo que nos une es México”. Las coaliciones entre fuerzas pertenecientes a distintos polos del espectro ideológico para conseguir objetivos políticos de largo alcance, no son nuevas, ni son exclusivas del caso mexicano.
En las elecciones presidenciales de 2002 en Francia, Jean-Marie Le Pen, el aspirante ultranacionalista contrario a los valores democráticos de la sociedad francesa, enemigo de los migrantes, de la diversidad y de las libertades cívicas, logró un resultado muy positivo en la primera vuelta; se le veía, incluso, con potencial para ganar los comicios. Los socialistas, conscientes de que era más importante parar a la ultraderecha encabezada por Le Pen, decidieron convocar a sus simpatizantes a votar en la segunda vuelta por Jacques Chirac, el aspirante de la derecha democrática, quien ganó abrumadoramente con 82% de los votos. Fue un ejemplo virtuoso de cómo construir coaliciones para defender aquellos objetivos que valen la pena en una sociedad abierta.
El reto del Frente Ciudadano por México es, precisamente, convencer a un electorado ubicado en un mosaico muy plural, de votar en 2018 por la opción que éste representa. Sin duda, será importante contar con un candidato creíble, con suficiente liderazgo político y moral para atraer el voto de los descontentos y de los indecisos. Prospectos, hay muchos, suenan nombres, todos tienen peso y credibilidad pública.
Pero yo creo que la clave para conquistar el corazón y el cerebro de los ciudadanos, no es el hombre, sino el programa. Como Ricardo Anaya, el líder nacional del PAN lo ha señalado, “primero va el país, y luego todo lo demás”. La clave es construir una agenda de cambio que vaya a fondo, ambiciosa, disruptiva, provocativa, imaginativa, que ofrezca soluciones eficaces a lo que preocupa al mexicano de a pie.
Por lo pronto, los partidos políticos acuerpados en el Frente Ciudadano por México han ganado su primera batalla al obligar al PRI y al gobierno a echar para atrás el pase automático del Procurador General de la República a Fiscal General, un tema que ha generado el más abierto rechazo. Consolidar este Frente y transformarlo en una opción viable para el 2018, exige generosidad, apertura, visión.
México ya está cansado. Las viejas fórmulas de ejercer el poder y de hacer política pública están agotadas.
¿Será el Frente Ciudadano por México el germen de algo nuevo?