Índice de Progreso Social 2017
La comunidad científica internacional ha hecho enormes esfuerzos a lo largo de los últimos 30 años por mejorar los indicadores que permiten medir el bienestar de las personas, ello con la idea de generar respuestas más efectivas a la pobreza, la inequidad y la exclusión social. Fue así como en surgió en 1990 el Índice de Desarrollo Humano (IDH), una iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con base en los estudios del economista Mahbub ul Haq y del Premio Nobel Amartya Sen.
El IDH nos permitió dejar atrás la medición del bienestar a partir exclusivamente del ingreso per cápita, que consistía en dividir la riqueza generada por un país entre la totalidad de sus habitantes, pero que finalmente resultaba poco representativo, falso incluso, si consideramos las enormes brechas de desigualdad que persisten en la distribución de la riqueza.
El IDH constituyó una verdadera revolución, introdujo nuevas dimensiones como el nivel de salud, representado por la esperanza de vida al nacer y el nivel de instrucción educativa. Su base filosófica consiste en medir en qué grado los seres humanos son competentes para forjarse, a partir de sus propias capacidades, una vida que les permita concretar los objetivos que consideran importantes para su libertad, felicidad y realización personal.
México, debo decirlo con sincero orgullo, ha aportado al perfeccionamiento de los indicadores de evaluación del bienestar humano con la creación de la Medición Multidimensional de la Pobreza en 2008 que incorpora, además del ingreso, el acceso a derechos sociales fundamentales establecidos en la Constitución como la salud, la seguridad social, la educación, la alimentación y la vivienda digna. Pero detrás de todo esto, hay una historia que debemos recuperar.
En el marco de la alternancia democrática, los gobiernos del PAN entre 2000 y 2012, decidieron abrirse al debate científico, y se creó por ley un Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) como un organismo independiente del gobierno encargado de medir la pobreza en México, conformado por expertos provenientes de instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas.
Medir la pobreza, saber en qué piso estábamos instalados, identificar el tamaño del reto social, era más que un tema técnico, era también un tema político. Y los gobiernos del PAN tuvieron la voluntad para abrirse al debate público sobre los resultados de sus administraciones. Me tocó, como Subsecretario de Prospectiva, Planeación y Evaluación en la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno federal entre 2010 y 2012, contribuir al fortalecimiento de este andamiaje institucional.
Hoy, la Medición Multidimensional de la Pobreza de México es motivo de interés de muchos países por su riqueza e impecable diseño metodológico, por su capacidad para equipar a los gobiernos –no importa de qué partido provengan- de información sustantiva para saber hacia dónde orientar los programas y los presupuestos con objeto de lograr intervenciones sociales más eficaces.
Sin embargo, la investigación científica no se detiene y tengo en mis manos los resultados del Índice de Progreso Social 2017 (IPS), disponible en file:///K:/Spanish-2017- Social-Progress-Index-Report.pdf, un estudio financiado por fundaciones privadas internacionales y bajo el liderazgo de Michael Porter de la Universidad de Harvard y Scott Stern del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que incorpora aspectos como nutrición y cuidados médicos básicos, calidad del agua y vivienda, seguridad, acceso a las tecnologías, medio ambiente, derechos, libertad de las personas, tolerancia, inclusión y acceso a educación superior.
El IPS nos ubica en el lugar 48 entre 128 naciones estudiadas. Por supuesto, los países escandinavos están en los primeros lugares; en la región latinoamericana estamos por debajo de Chile, Argentina, Brasil, Costa Rica y Uruguay. Los mayores pendientes de México son la inseguridad y la corrupción, nuestro cáncer, lo que más preocupa a los ciudadanos, mientras la partidocracia tiene paralizado el nombramiento del Fiscal Anticorrupción.
Valeria Moy, investigadora del ITAM, quien encabeza este estudio en nuestro país, ha informado que México, Cómo Vamos, el think tank que preside, aplicará el IPS para las nueve entidades que tendrán elecciones para gobernador en 2018, y que entregarán los resultados a los candidatos con la esperanza de que los tomen en cuenta para su oferta política.
Es hora de construir las propuestas de gobierno, no sobre la base de las ocurrencias y la retórica hueca, sino sobre lo que de verdad hace falta para construir un país más incluyente, cohesionado y democrático.
¿Tendrá la partidocracia la generosidad para escuchar la evidencia científica? Eso nos permitirá saber de qué están hechos los candidatos al 2018.