El Padre Leonel Narváez es doctor en Sociología por las universidades de Cambridge y Harvard. Como misionero ha trabajado en el desierto del Sahara por más de 15 años y en la Amazonia colombiana por más de 5 años.
A través de su Fundación para la Reconciliación ha intervenido en procesos de mediación, pacificación, desarme, amnistía, reintegración de ex combatientes a la vida social, cárceles y comunidades en condiciones de violencia y marginación.
Su vocación no extraña, ya que proviene de un país como Colombia que por décadas ha sufrido un grave desgarramiento político y social provocado por las guerrillas y el narcotráfico.
Tuve la oportunidad de entrevistarlo recientemente durante su visita a Sonora (www.youtube.com/watch?v=g5uWBbs6gpU) donde nos expuso su propuesta sobre cómo resolver el problema de la violencia desde un enfoque más humano.
Sintetizo algunas de sus principales ideas, primero su diagnóstico:
- La violencia en México le cuesta al país 187 mil millones de dólares al año. Además.
- En promedio 8 de cada 10 personas que sufrieron violencia en su niñez se convierten en seres violentos de adultos. Por ello, debemos atender los problemas de violencia desde la niñez.
- Las cárceles tienen un índice de reincidencia entre 60% y 70% por la falta del perdón. La venganza institucionalizada no sirve, sino que promueve más violencia e inseguridad.
- La violencia es un fenómeno multifactorial que no se explica exclusivamente por la pobreza; ésta se ha reducido en América Latina, pero la violencia ha crecido. 68% de los homicidios que se cometen son por motivos de coraje que se convierte en venganza; ésta es un cáncer social.
- Somos analfabetas emocionales porque nadie nos enseña a manejar el coraje y la venganza. Este analfabetismo fomenta la escalada de la violencia entre las personas y destruimos la armonía que permite la convivencia social, base del desarrollo humano de las personas y las comunidades.
- Los narcotraficantes aprovechan el coraje y rencor de los pobres, les ofrecen participar en actividades ilícitas para ganar dinero, les proveen armas y les enseñan el uso de la venganza como estrategia de poder y control para desquitarse del gobierno y los ricos, a quienes subjetivamente responsabilizan de su “despojo social”.
- La economía política del odio es el uso estratégico e inmoral del rencor personal y colectivo para beneficio de intereses políticos y electorales. Cada vez hay más políticos que se aprovecha de ello.
Y aquí el eje de su propuesta:
- Verdad, justicia, reparación, perdón y reconciliación son la base para lograr una armonía duradera. Ello no significa eliminar el castigo y la reparación del daño. Sin embargo, la cárcel no recupera al victimario y permite la reincidencia. Sólo el verdadero perdón rompe esta espiral.
- Hay que trastocar los lenguajes para adoptar palabras nuevas como el perdón, la reconciliación y eliminar todo aquello que hable del rencor y la violencia en cualquiera de sus expresiones.
- Hay que crear un nuevo modelo de educación que enseñe competencias y conocimientos para la convivencia social armónica, con tecnologías para la vida como la alfabetización emocional.
- En Colombia se está trabajando en una nueva amnistía a pandillas, narcomenudistas y narcotraficantes con reducción de penas, empleabilidad y nueva educación social. En México sería interesante hablar de una amnistía para los narcotraficantes a cambio de que paguen sus penas, dejen las armas y la violencia y nunca más vuelvan a reincidir.
- Ya no es suficiente dar el pescado o enseñar a pescar, ahora debemos de cambiar la industria del pescado para que sea más justa.
En México hemos insistido en el fortalecimiento de los cuerpos policíacos, más cárceles y sistemas de justicia más severos, mientras la descomposición de la seguridad y del tejido social va en aumento. En las escuelas, que deberían ser centros de paz, predomina el bullying; en las familias –centrales en la formación de una cultura de civilidad y respeto- impera la violencia (46% de las mujeres mexicanas son maltratadas en su propio hogar). Los medios de comunicación exaltan las conductas antisociales.
Es la hora de voltear la mirada hacia enfoques como los de Leonel Narváez, que propone una visión humanista, centrada en la persona, de otra manera no lograremos una solución estructural a uno de los mayores desafíos que hoy enfrentamos.