Ha transcurrido casi el primer tercio de la campaña presidencial y, la verdad, los candidatos nos quedan a deber a los ciudadanos. Hasta ahora hemos visto solamente despliegues mercadológicos, presencia hueca en los medios de comunicación y en las redes sociales.
Si algo pudiera caracterizar estos primeros días de campaña presidencial sería, sin duda alguna, la vaciedad de contenidos. Las encuestas y las estrategias de convenios con los medios de comunicación tradicionales han tomado el papel protagónico.
Existe una cantidad sospechosa y nunca vista de encuestas. Van y vienen todos los días. Las diferencias son importantes entre una y otras. Nadie nos aclara quién las paga y menos las metodologías usadas. Son tantas, que hasta parece un desperdicio de tiempo que se nos pidan votar el 1 de julio, pues nos quieren convencer por adelantado de los resultados.
Aunque hay diferencias importantes en la presentación de los resultados de los estudios de opinión, hay dos temas que son creíbles: que un candidato lleva la delantera y que existe una cantidad importante de indecisos que no permiten dar por descontado el resultado final.
Por otro lado, los medios de comunicación tradicionales han tomado el control de las campañas. No falta ser especialista para darse cuenta del apoyo a un candidato. Nos encontramos ante el despliegue de toda una estrategia de blindaje y control de daños.
El caso más cercano fue el fallido debate sobre los compromisos cumplidos por la pasada administración del Estado de México. Una cosa sucedió en la realidad y otra en los medios al siguiente día. Nos convencieron de que todo fue confusión y descalificaron el ejercicio, lo sepultaron. Precisamente eso es lo que estábamos esperando los mexicanos, el debate, el contraste, la confrontación de ideas, de proyectos y trayectorias. Sin embargo, los medios no piensan igual.
A los electores nos urge conocer los proyectos de gobierno de los candidatos y sus contrastes. Queremos saber qué país nos proponen, cómo vamos a recuperar tasas de crecimiento superiores al 6% para que la economía cree los empleos que necesitamos. Suplicamos saber cómo van a mejorar la calidad de la educación y la salud, qué van a hacer para atacar la pobreza y mejorar la distribución del ingreso para acabar con la desigualdad.
Nos deben de decir cuál es su idea para convertir a México en un país innovador y cuál es la estrategia para hacer de la ciencia, la tecnología y la innovación el motor de impulso a la competitividad nacional.
Estamos apurados porque nos digan cómo van a financiar el desarrollo ante la cada vez más escasa renta petrolera. También necesitamos tener claridad de su estrategia para vencer la delincuencia y el crimen organizado.
De estos y muchos otros temas urgen posiciones de los candidatos, para que nosotros podamos decidir. Seguiremos esperando a que comprendan que tienen una responsabilidad frente a la sociedad de hablarnos con la verdad. Los candidatos presidenciales tienen todavía 70 días para recuperarse y ganar nuestra confianza.
De los candidatos a los puestos de diputados federales y senadores de la República ni hablar. Algunos se ven francamente confundidos entre los puestos que buscan y lo que proponen. Otros han extraviado su profesión.
A los mexicanos nos urge tener un claro proyecto de nación y encontrar un líder con capacidad para llevarlo a cabo. Apremia que nos demuestren los candidatos que tienen proyecto y que son las mejores líderes para encabezar un gobierno en tiempos de gran incertidumbre mundial, donde los desajustes económicos y la amenaza del deterioro ambiental serán una constante.