El pasado 19 de junio, el movimiento #YoSoy132 –esa expresión juvenil cuyo futuro político y alcances son aún inciertos- organizó un debate entre los candidatos presidenciales. Más allá de las fallas técnicas que experimentó la transmisión del debate en Internet, lo cierto es que podemos derivar de ese ejercicio dos lecciones muy importantes.
En primer lugar, el debate fue una clara demostración de lo que sucede cuando un sector de la población altamente escolarizado, informado, crítico y experimentado en el uso de las nuevas tecnologías, decide involucrarse directamente en un proceso democrático.En segundo lugar, se demostró, de manera palpable, que sí es posible ir más allá de los canales tradicionales, como la televisión y la radio, para ensayar nuevas formas de comunicación ciudadana.Se trata, posiblemente, de un ensayo inédito de comunicación en un país democrático al utilizar, por vez primera, las posibilidades que brindan Internet y las redes sociales para recoger la voz de los ciudadanos, sin intermediación alguna, en el marco de una campaña presidencial.El debate a través de Internet, a pesar del insuficiente acceso a equipos de cómputo y a servicios de banda ancha (por las barreras que imponen los precios monopólicos en el sector de las telecomunicaciones), fue un éxito que todos debemos celebrar: se generaron 7,113 tuits en promedio por minuto utilizando #DebateYoSoy132, y en YouTube se superaron las 97,000 reproducciones o vueltas a ver.No sugiero que las herramientas tradicionales de comunicación que utilizan los líderes políticos vayan a ser sustituidas por el uso de las redes sociales y las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Pero sí imagino un futuro no muy lejano en que a los procesos de comunicación tradicionales habrán de sumarse las expresiones virtuales de los ciudadanos a través del Internet, para generar un nuevo sistema de identificación de las expectativas sociales y de organización del proceso de toma de decisiones en las políticas públicas.Hace cuatro años, en el marco de la elección presidencial en Estados Unidos, Barack Obama se convirtió en un fenómeno, al apoyarse en el uso de las redes sociales para persuadir y afianzar a sus seguidores, en un país donde más del 90% de la población tiene acceso a Internet de banda ancha. No es el caso de México.Aquí, con rezagos tecnológicos, con una importante brecha digital, pero sobre todo con políticos anclados a un modelo anacrónico de comunicación, empieza apenas a intuirse el potencial que representa el uso de las redes sociales.Estos protagonistas de la elección 2012 ya tienen un voto duro, construido con el trabajo “pie a tierra” o a través de las herramientas tradicionales de propaganda política; pero los jóvenes, que constituyen un sector de la población cambiante, reflexivo, pleno de cuestionamientos al uso del poder, que exige nuevos formatos de diálogo e interlocución, representan entre el 20% y el 30% del voto potencial, una proporción importante está ubicada en el terreno de los indecisos.Los jóvenes del movimiento #YoSoy132, con la organización de este debate, que no les costó ni un centavo –demostrando con ello que la comunicación política, gracias a la tecnología, puede ser “muy barata”, accesible y al alcance de un vasto sector de ciudadanos- pueden cambiar las coordenadas de la elección del próximo primero de julio.El movimiento #YoSoy132 ha puesto en el foro público estos nuevos ejes de reflexión sobre el futuro de la democracia en la era del conocimiento. Sean bienvenidos.Espero sus comentarios.