Elecciones en el Estado de México: ¿a dónde vamos?

El Estado de México no puede ser el anticipo de las campañas presidenciales de 2018.

El proceso electoral para la gubernatura en el Estado de México resume muchos de los vicios y excesos que se han adueñado de la competencia política.

1. Estamos ante campañas pletóricas de propuestas irresponsables. Delfina Gómez, la candidata de Morena, ha ofrecido abrir ¡40 universidades! en la entidad para acoger a todos los jóvenes rechazados del sistema público de educación superior y duplicar la pensión para adultos mayores. Alfredo del Mazo, aspirante del PRI, promete crear el “salario rosa” para apoyar económicamente a las amas de casa. La pregunta inmediata es ¿de dónde saldrá el presupuesto para financiar estas ocurrencias? Estamos ante políticos que muestran un desconocimiento total de la lógica de las políticas públicas que exigen diagnóstico, un equilibrio elemental entre lo deseable y lo posible, congruencia.

2. Prevalecen las lógicas clientelares. Todos los partidos, sin distinción, han recurrido masivamente al vergonzoso expediente de movilizar a los más pobres a través del otorgamiento de despensas, tarjetas precargadas con dinero, material de construcción. Hay un desprecio a la dignidad y conciencia cívica de los electores a los que se ve, no como ciudadanos portadores de derechos humanos y sociales, sino como simples productores de votos. Los ciudadanos son objetos, no sujetos, del proceso político. Se contradice el principio toral de la democracia, que hace del ciudadano el verdadero soberano quien decide libremente la conformación de los poderes públicos.

mayo-293. Continúa el enorme despilfarro de recursos. El Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) recibió un presupuesto de 1,400 millones de pesos para organizar estos comicios. De ellos, 826 millones son para el financiamiento público a las actividades de los partidos: para el PRI 225 millones; PAN, 132; PRD, 115; Morena, 89 millones. Esto, sin tomar en cuenta las fuentes de financiamiento privado a las que tienen derecho a recurrir los partidos y que, no siempre, son recursos provenientes de medios legítimos, como ha quedado en evidencia con los descuentos que la candidata de Morena, Delfina Gómez, aplicaba a los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco, municipio que gobernó. Los ciudadanos nos seguimos preguntando: ¿por qué tenemos que darle más dinero de nuestros impuestos a la partidocracia en medio de tantas necesidades sociales? En un análisis simple de costo-beneficio es muy poco lo que los partidos nos retornan en términos de bienes públicos comparado con lo caros que nos salen. La partidocracia es ajena a todo compromiso con los valores de la democracia, a todo propósito de reconstruir la gobernabilidad, el tejido social y moral de la Nación.

4. Estamos ante una elección de Estado. Peña Nieto ha hecho de estos comicios un referente de su eficacia política para mantener el poder. Ha movilizado a todo su gabinete, y le ha asignado a cada uno de sus integrantes el manejo de la campaña en los municipios clave; todo ello acompañado de un enorme despliegue publicitario que busca destacar los logros del PRI y sus gobiernos, mientras la entidad es sinónimo de desastre urbano, ecológico y humano.

Perder las elecciones sería un duro golpe político y moral a la clase política mexiquense. Algo impensable para el Presidente y su partido; por eso van con todo.

De acuerdo con la última encuesta de Alejandro Moreno, en el periódico El Financiero, Alfredo del Mazo, el candidato del PRI, tiene una intención de voto de 34%; Delfina Gómez (Morena), 29%; Juan Zepeda (PRD) –un personaje muy interesante, que ha demostrado las posibilidades de la izquierda moderada–, 19%; Josefina Vázquez Mota (PAN), 13%, muy por debajo de las expectativas de una mujer eficaz, buena oradora y experimentada en áreas de gobierno, pero que no tiene el carisma ni la imagen para conectar emotivamente con los electores de la base de la pirámide social, los más pobres, que conforman la columna vertebral del voto en el Estado de México.

La encuesta señala que 23% de electores podría cambiar su decisión de última hora y hay igual porcentaje de indecisos. Aunado a ello, se pronostica que puede terminar pesando el “voto útil”, hablo de aquellos mexiquenses que simpatizan con el PRD o el PAN, pero conscientes de que su candidato no tiene posibilidades de ganar y lo que quieren es sacar al PRI de la gubernatura, terminarían apoyando a la competidora más cercana a Del Mazo, Delfina Gómez. Estamos ante un escenario incierto hacia el próximo 4 de junio, pero que se avisora de alta conflictividad.

Más allá de quien gane los próximos comicios del Estado de México, es un hecho que la partidocracia le sigue debiendo –y mucho– a la democracia, a la transparencia y a la participación ciudadana; seguimos muy distantes de una reingeniería de la política en un sentido virtuoso. Se agotan el tiempo y la paciencia del ciudadano. El Estado de México no puede ser el anticipo de las campañas presidenciales de 2018.