Elecciones y lecciones

Estas son las lecciones que nos dejó la pasada jornada electoral.

Elecciones y lecciones

El pasado 5 de junio México vivió una jornada electoral ejemplar, cuyos resultados obligan a una cuidadosa lectura:

  1. Estamos frente a una segunda transición política, similar a la que le quitó al PRI la mayoría en el Congreso en los comicios intermedios de 1997 y la Presidencia en el 2000. El PRI perdió 6 gubernaturas (Aguascalientes, Chihuahua, Quintana Roo, Veracruz, Tamaulipas y Durango).La euforia por el retorno a Los Pinos en 2012 y el proyecto de restauración política de largo plazo que tendría su culminación con el refrendo de la Presidencia en 2018, deben ahora analizarse con pinzas a la luz de estos resultados.La lección es clara: no hay poder para siempre si no se aseguran bienes públicos y no se atienden eficazmente los temas que más preocupan a los ciudadanos (corrupción, inseguridad, economía), y esa es una buena noticia para nuestra incipiente democracia. El “voto de castigo” está ahí. El PRI logró evadirlo en las elecciones intermedias de junio de 2015, pero tarde o temprano tenía que reflejarse en las urnas el “mal humor social”, la impopularidad del Presidente, la irritación ante la opacidad en el uso de los dineros públicos. El gobierno desdeñó los focos rojos que señalaban las encuestas y pagó un alto costo político.
  2. La derrota fue para Peña Nieto, sí, pero también para los gobernadores, dueños incuestionables del poder político a nivel estatal, principales operadores del voto, jefes de las estructuras territoriales de sus partidos.
  3. Esa ola de cambio alcanzó también a la oposición que perdió dos gubernaturas ante el PRI, Oaxaca y Sinaloa. La lección: no basta con decirse distinto al PRI, hay que probarlo gobernando mejor. La alternancia política es ya un dato duro, una constante de nuestra realidad política. Como decía el politólogo Adam Przeworski, “la democracia es la institucionalización de la incertidumbre”.
  4. Se demostró el poder del voto ciudadano frente al poder de las estructuras partidistas. El mito del “voto cautivo”, del “voto duro”, se hizo añicos. Estamos asistiendo a una transformación, lenta pero consistente, de la cultura política ciudadana, estamos ante electores cada vez más sofisticados e informados por las redes sociales, que disciernen, evalúan y toman decisiones racionales, electores que dividen su voto. Así quedó evidenciado en Veracruz, donde los ciudadanos no le dieron la gubernatura al candidato de Morena, pero sí la mayoría en el Congreso local a este partido. No basta ya para ganar, con masivas y costosas estrategias de comunicación, el uso clientelar de programas sociales o el reparto de despensas. El elector mexicano de hoy es muy volátil, pragmático. Todo un dilema para los encuestadores y sus metodologías de medición de la opinión pública.
  5. El Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, árbitros de la contienda, quedaron francamente rebasados ante denuncias reiteradas de presencia de dinero ilegal en las campañas, ante violaciones flagrantes como el hecho de que más del 80% de los aspirantes a todos los cargos de elección popular no haya presentado un reporte de sus gastos, elemento suficiente, de acuerdo con la normatividad vigente, para cancelar su candidatura. Los criterios políticos se impusieron sobre la legalidad y el Estado de derecho. Tenemos un andamiaje legal e institucional débil, vulnerable, que presagia nuevos y más agudos conflictos hacia el futuro próximo.
  6. Los comicios mostraron el rostro de un PRI obsoleto, acartonado y urgido de una renovación discursiva, política, incluso generacional; es un partido atrapado en los intereses cupulares, sin conexión con la gente, sin liderazgos atractivos para un electorado mayoritariamente joven. Este partido está obligado a demostrar que tiene todavía reservas de virtud, de nobleza política, de honestidad. Tiene poco tiempo para hacerlo.
  7. El ganador neto de los comicios del 5 de junio es el PAN, lo que reaviva sus expectativas de recuperar la Presidencia en 2018. Pero sería irresponsable considerar que ese voto, que ese consenso que los ciudadanos le otorgaron el pasado 5 de junio, es un cheque en blanco. El ejercicio de gobernar ha desgastado a este partido. Necesita demostrar que trae nuevas propuestas de política pública, de reconstrucción del tejido social, de combate a la inseguridad, de combate a la pobreza, de reactivación de la economía y el empleo.

Estas son las lecciones que nos dejó la pasada jornada.