Hoy, el gran reto y la gran oportunidad, es utilizar el enorme potencial que representan las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) para lograr la inclusión digital de amplios sectores de la población y también como una nueva forma de superar la pobreza de forma más rápida y efectiva.

Como lo han señalado la Organización de las Naciones Unidas, las tecnologías de la información y las comunicaciones encierran la promesa de hacer del mundo un lugar más justo. Por eso, en junio de 2011 declararon el acceso a Internet como un derecho humano, por ser una herramienta que favorece el crecimiento y el progreso de la sociedad en su conjunto.

En México el crecimiento del acceso de Internet ha sido expnasivo. De 2002 a 2012 hemos pasado de 10 a 45.1 millones de internautas mexicanos, llegando a una penetración del 38.5%. Aún con ello, existe una fuerte brecha de desigualdad en el acceso a Internet al interior del país.

Mientras que en Baja California Sur, Distrito Federal, Sonora y Baja California los niveles de acceso promedian 40%, en Oaxaca, Chiapas y Tlaxcala, apenas promedian el 10%.

El nivel de ingreso es un factor que influye, de forma determinante, en la brecha digital. De acuerdo con el INEGI, el 67% de los hogares del último decil de ingresos –donde se concentra la población más rica- contaba con acceso a Internet. En cambio, solamente 2.5% de los hogares de los primeros dos deciles de ingresos, donde se ubican los más pobres, contaba con acceso a Internet.

A nivel municipal las diferencias son más críticas: los municipios que concentran el mayor número de personas en pobreza son aquellos con menor acceso a internet. Los municipios que concentran el 45% de personas en pobreza tienen un  acceso a Internet inferior al 10%.

Los hogares y las personas que no tienen acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones son persistentemente más pobres en cuanto a capital financiero, físico y humano, y eso se transforma en un círculo vicioso porque a su vez la carencia de estos activos, potencia los niveles de pobreza.

Necesitamos romper con esa inercia, a no permitir que el mercado, que siempre es socialmente excluyente se imponga sobre el interés colectivo, y a instrumentar desde el Estado políticas y estrategias activas que garanticen a los más pobres un acceso irrestricto a las nuevas tecnologías.

En Sonora, la Fundación Nueva Generación Sonora, en alianza con el Gobierno del Estado y los municipios y la SEDESOL, han impulsado el Proyecto “Un nuevo futuro” que busca brindar herramientas para que todos los niños tengan acceso al conocimiento y desarrollen habilidades que en un futuro les brindarán más y mejores oportunidades.

“Un Nuevo Futuro” es un proyecto pionero a nivel nacional y es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando hay coordinación entre los tres órdenes de gobierno y la sociedad civil. Sonora cuenta con la Red de Centros Comunitarios de Aprendizaje más grande del país y con contenidos propios de calidad mundial para niños y jóvenes.

Para hablarnos del Programa Un Nuevo Futuro, hemos invitado al Poder de las Ideas a Roberto Sitten Ayala, Presidente de la Fundación Nueva Generación Sonora; a Jeanette Gilabert Ávila, Directora de la Fundación Nueva Generación Sonora; y Emilia Castillo Ochoa, Responsable del Laboratorio de Comunicación y Servicios Educativos de la Universidad de Sonora.

Comenzamos!!