Después de una década ausente de la vida partidista activa, el día 26 de noviembre el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas renunció al PRD, fundado por él en 1989.

En realidad oficializó su salida, pues desde hace tiempo estaba al margen de la vida política de ese partido, marginado primero por el liderazgo de López Obrador y luego por “Los Chuchos”, que controlan la dirigencia desde 2008. El desgaste del PRD por el caso Iguala constituyó el pretexto para esta separación.

No veo a Cárdenas retirándose a la vida privada; estamos ante un auténtico “animal político”. Hace unas semanas convocó a su casa a personajes fundadores de la Corriente Democrática como Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, entre otros, para analizar los acontecimientos del país. Ahí planteó la idea de una nueva Constitución y un nuevo pacto social, con el propósito de “refundar la República y echar para atrás las reformas estructurales, en particular la energética”.

Estamos ante un personaje que sigue conservando un importante capital político (no lo consideran así “Los Chuchos”, que han minimizado el impacto de su salida del PRD) que proviene de su amplia trayectoria política en la izquierda: fundador y líder moral del PRD, tres veces candidato presidencial (1988, 1994 y 2000).

¿Hacia dónde creo que apuntan las baterías de Cárdenas en esta nueva fase de su carrera política?

Desde el 5 diciembre de 2012 es responsable de la Coordinación de Asuntos Internacionales del Gobierno del DF.

¿Para qué quiere Mancera a Cárdenas? Dicha Coordinación es en realidad una cartera intrascendente en el marco del gabinete capitalino. Cárdenas funge más bien como una especie de consejero político de Mancera y se hace cargo de parte de sus relaciones públicas.

Sin ataduras partidarias, Cárdenas se enfocará ahora a impulsar un proyecto para “transformar a México” que busca ofrecer una alternativa de centro-izquierda reformista ciudadana a la crisis y capitalizar el profundo descontento hacia el PRD y hacia el gobierno.

De acuerdo con una encuesta del periódico Reforma, la aprobación a Peña Nieto (39% en diciembre) es la más baja que ha tenido un Presidente desde 1995, y los temas que más preocupan a los ciudadanos son la inseguridad, la violencia y la corrupción. 62% de los mexicanos consideran que el país va por mal camino.

Al PRD no le va mejor. Un estudio de opinión de El Universal revela que el 45% de los perredistas considera que Cárdenas “hizo bien” en renunciar al partido; 61% piensa que su partido está en crisis y 70% reclama cambios.

Cárdenas ha visto en este contexto de vacío de liderazgo y falta de legitimidad, tanto del gobierno como de la izquierda, una ventana de oportunidad para construir un movimiento social que puede dar soporte a una candidatura ciudadana en la figura de su jefe Miguel Ángel Mancera, un hombre sin partido, carismático, joven, dueño de un poderoso aparato de control político y clientelar que le ha permitido gobernar al margen de las tribus que dominan buena parte de la vida de la ciudad.

Una candidatura ciudadana, que luche por el centro ideológico y le dispute el electorado a un PRD desprestigiado, a un PRI que no ha demostrado su capacidad para gobernar y a un PAN fracturado, podría ser muy exitosa.

Mancera ha ganado una primera batalla política al lograr que Peña Nieto retomara una iniciativa suya: la revisión de los salarios mínimos.

El sistema está agotado, la población se siente sumamente agraviada con la partidocracia, desconfía profundamente de los liderazgos tradicionales, no siente mejoría en su bolsillo, expresa un creciente temor ante el vacío de poder, la ingobernabilidad, la pobreza y la desigualdad social, y está indignada ante los actuales niveles de corrupción.

En un contexto como este, un candidato independiente arropado por la sociedad civil, dueño de una plataforma reformista y de un discurso que reivindique las banderas de la gente (la eficacia, la honestidad, la congruencia, la transparencia, la humildad), podría dar la sorpresa en 2018.

Por eso no hay que perderle la pista al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Quien piense que el exlíder moral del PRD está muerto políticamente, se equivoca rotundamente. El tiempo lo dirá.