Antecedentes

  • El Internet esta ahora sirviendo para resolver los graves problemas de exclusión social y económica del actual modelo de desarrollo. Hay varias iniciativas para conectar lugares marginados del mundo, fabricar dispositivos baratos para acceso y ahora, a través de los MOOCS y de diferentes iniciativas globales, se esta impulsando la democratización del conocimiento.
  • Así se están sumando esfuerzos para darle acceso al conocimiento a la mayor cantidad posible de personas, principalmente en países y zonas en pobreza, como una nueva estrategia de desarrollo a partir de invertir en el capital humano.
  • Sin embargo, junto con el crecimiento de estas iniciativas, existe una gran cantidad de opiniones, datos y modas sobre el uso de la tecnología en la educación, que vale la pena revisar a la luz de las evidencias.

 

La Tecnología y la Educación

 

Hay varios temas que merecen ser revisados y así evitar falsas promesas del uso de la tecnología para mejorar la cobertura, calidad y aplicabilidad de la educación. Aquí algunas certezas:

  • El dispositivo es lo de menos. Cada vez hay mayor certeza de que no es la cantidad de computadoras por alumnos la variable significativa, sino la manera en que se utiliza la tecnología para mejorar la educación.
  • Los actores más importantes en la educación son dos: el profesor y el alumno. Y es que a veces parece que lo que va a mejorar la educación es el dispositivo, el proceso, el vídeo, los blogs, internet, el WiFi o los videojuegos. Cualquier mejora de la educación parte de tener grandes y motivados profesores y de conseguir estar centrada en el alumno.
  • Hay un nuevo rol para el profesor en una escuela del siglo XXI. Desde hace muchos años se mantiene por parte de diferentes actores el discurso de que el profesor cada vez debe tener un papel más de “mentor”, algo que en su traducción práctica no está muy claro cómo se traduce. Se busca la figura de un profesor que a la vez sea innovador y que sea garante del aprendizaje más que de dirigirlo al detalle.
  • Los proyectos innovadores en educación enfrentan grandes resistencias. Cada vez que conocemos nuevos casos de educación y tecnología, aparece un rol: el del profesor o profesora que arranca un proyecto contra viento y marea. A menudo a pesar de la incomprensión, hay proyectos que acaban conectando y motivando a unos alumnos seducidos por el cambio. El desafío está en como escalar este tipo de prácticas al resto del sistema educativo. Hay barreras de entrada de todo tipo, desde las presupuestales hasta la lejanía de parte del magisterio, ya sea por falta de formación como por la resistencia al cambio.
  • El libro de texto se transformará, pero no desaparecerá. No estamos sólo en una “digitalización” del libro de texto que sobreviva el antiguo modelo pero con menos papel, sino que estamos viendo síntomas de una verdadera transformación. Colaboración entre profesores, plataformas de contenidos nuevas con modelos de negocio mucho más beneficiosos para escuelas y alumnos.
  • La educación será más personalizada. Uno de los modelos que más se comenta en los círculos de “innovadores” educativos es el de Khan Academy y su idea de darle la vuelta a la clase. Las lecciones se distribuyen en vídeo para que el alumno las vea en casa, mientras que la clase se dedica no a dictarlas sino a que el profesor trabaje con ellos. Idealmente esto abre la puerta a una educación más personalizada, en la que se trabaja con una visión más clara de las fortalezas y debilidades de cada alumno de forma diaria.
  • Hay que debatir sobre dispositivos y tecnología, y también sobre padres y profesores. Cualquier alternativa debe evitar quedar atrapada en un proveedor. Cuánto más estándar, más abierta y menos dependiente de un fabricante o desarrollador de plataforma, más libertad tendrá el centro educativo a la hora de cambiar de proveedor, evolucionar y encontrar la solución óptima en cada momento. Y todo esto suele desembocar en un denominador común: la web. En todo caso hay dos figuras fundamentales para la implantación con éxito de dispositivos. Los padres –que aprueben y acompañen en la adopción por parte del alumno – y, por supuesto, el profesor que tiene que tener la formación para sentirse seguro para liderar y, además, el convencimiento que el uso de éstos mejora el aprendizaje.

 

Conclusión

 

Nadie sabe todavía cuál va a ser el modelo de tecnología en la educación. Ese modelo de uso de la tecnología en la educación debe de ser capaz de innovar y mejorarla, capaz de conectar y motivar a unas nuevas generaciones que hablan y viven en digital, que ponga todo el valor que presumimos del Internet en la educación. No deberíamos descartar que nos encontremos en medio de un gran “momento” propiciado por empresas de tecnología y por políticos deseosos de parecer modernos; como tampoco olvidaría la posibilidad de que no haya un modelo único de educación y tecnología para todos los alumnos y todos los objetivos. De hecho esto último me suena a lo más probable.