El viernes 6 de marzo arrancó la campaña para los comicios de 2015 en Sonora. Elegiremos 121 cargos públicos que nos representarán (gobernador, ayuntamientos y diputados federales y locales). ¿Y qué se espera de todo ello?. Que los sonorenses actuemos con responsabilidad cívica.

Los comicios se darán en un ambiente de desconfianza de los ciudadanos hacia la política, los políticos y hacia la democracia misma como sistema capaz de resolver nuestros más importantes dilemas.

Según Consulta Mitofsky, ningún partido político a nivel nacional se salva del rechazo ciudadano, todos obtienen una calificación negativa. El partido por el que menos votarían los mexicanos es el PRI con 44% (gobernar desgasta); le sigue el PAN con 37% (el abandono de sus principios históricos de ética y buen gobierno le pasa la factura) y luego el PRD, con 36% (resultado de postular autoridades locales ineficientes y corruptas, como en el caso en Guerrero). Morena es el cuarto partido con menor disposición al voto con 31% (un electorado ubicado mayoritariamente en el centro político no le compra su discurso de “honestidad valiente” y confrontación).

Por otra parte, la encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) nos brinda información útil sobre el grado de confianza en las autoridades gubernamentales. Un reactivo que se utiliza comúnmente en los estudios de opinión para estimar la escala de certidumbre hacia aquellos que conducen los asuntos públicos, es hasta dónde la gente está dispuesta “a dejarle las llaves de su casa” a determinados actores. 78% no se las dejaría al presidente, 80% a su gobernador, y 82% a su presidente municipal.

La misma encuesta nos dice que los valores que más aprecian los potenciales electorales para darle su confianza a una persona (léase candidato) son honestidad (51%), responsabilidad (21%) y cercanía a la gente (9%).

Cualquier prospecto que aspire a ganar los próximos comicios, está obligado a leer estos datos y a asumirlos como parte de la construcción de su campaña política por un cargo de elección popular.

¿Qué quieren los mexicanos y qué quieren los sonorenses, hoy, de alguien que aspire a conducir lo público?. Ante esta crisis de representatividad de la política, de la democracia y de sus instituciones, los candidatos están obligados a dialogar, ya no entre ellos y con las estructuras de poder; tienen que hablar claro con los ciudadanos, mostrar sus cartas, poner en blanco y negro su compromiso con un ejercicio eficaz de su cargo, con la transparencia y la rendición de cuentas, haciendo públicas sus declaraciones fiscales, patrimoniales y de posible conflicto de intereses. Tienen que hacer visible su decisión de actuar en “caja de cristal”, a los ojos de todos, porque la honestidad es la virtud que más exige la sociedad de los actores políticos.

La construcción de una campaña exitosa ya no puede sustentarse en el abuso de la comunicación política, en las técnicas de persuasión social sobre las capacidades reales para conducir lo público; ya no puede apoyarse exclusivamente en la retórica, en el discurso. La gente está cansada de la “imagen”, quiere resultados efectivos.

Quienes aspiran a gobernar u ocupar un cargo de elección este 2015 deben de demostrar no sólo ser portadores de liderazgo, sino también de las mayores virtudes cívicas y éticas, de un conocimiento preciso y de respuestas de fondo a aquellos temas que más preocupan a los ciudadanos que habitan en su entorno.

Hoy, los electores demandan propuestas viables, inteligentes, con visión de largo plazo, más allá del objetivo primario de obtener el poder y de propósitos de popularidad política de corto plazo, que siempre son efímeros.

Nos toca a los ciudadanos vigilar y procurar, con nuestra participación activa, cotidiana que estas condiciones se cumplan.