La reciente medición de la pobreza que dio a conocer el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), correspondiente al periodo 2010-2012, reporta que la población en condición de pobreza en nuestro estado bajó de 33.1% a 29.1%, lo que significa que 84,000 sonorenses abandonaron esa condición, aunque la reducción de la pobreza extrema fue marginal.

Los sonorenses redujimos el rezago educativo; hay más personas con acceso a servicios de salud (donde fuimos el segundo estado con mayor avance en este rubro), mejoramos la calidad de la vivienda y la dotación de servicios básicos, pero persisten brechas desfavorables en materia de acceso al derecho a la alimentación y en seguridad social, donde todavía 47% de la población estatal (contra 61% a nivel nacional) carece de una pensión, sistemas de ahorro para el retiro y servicios médicos e incapacidades asociadas a un empleo formal.

La mayor diferencia entre los resultados nacionales y los del estado se dan en materia de ingresos. Destacan las cifras de los sonorenses que estuvieron por debajo de la Línea de Bienestar Mínima (0.7%) y de la Línea de Bienestar (6.2%): 54,000 sonorenses dejaron de ser vulnerables por ingresos, es decir, que la población gana más y que las políticas de desarrollo económico, de protección del ingreso y de empleo que instrumenta el gobierno del estado dan resultados. Los efectos nos dejan claro que los nuevos empleos creados favorecen a los más marginados.

A esto se suma que el ingreso promedio por hogar sonorense fue en promedio 30% superior a la media nacional. Son resultados que hay que reconocerle sin regateos al gobernador Guillermo Padrés. Hoy 84,000 sonorenses que en el 2010 eran pobres, lo atestiguan.

Hay dos cosas en Sonora que fueron determinantes para conseguir estos logros.

Primero, la administración estatal supo aplicar correctamente un mosaico diverso, integral, coherente y bien focalizado de políticas públicas locales tendientes a mejorar el bienestar de los sonorenses que más lo necesitan. Desde la gubernatura se combinó lo que otros solamente han propuesto: una política social focalizada con generación de empleos para los más marginados.

Segundo, el actual gobierno estatal de Sonora desde su arranque en 2009 y hasta hoy se concentró en instrumentar un inteligente proceso de ingeniería política, dirigido a construir una buena coordinación con la administración federal, que derivó en un apoyo sin precedentes para el impulso a nuevos programas sociales a nivel local, y en la asignación de presupuestos históricos para el combate a la pobreza en la entidad. No todas las entidades gobernadas por Acción Nacional lograron este nivel de alineación y coherencia entre las políticas federales y locales en materia de desarrollo humano y social. Sonora, sí.

Tengo la satisfacción de haber sido partícipe de esta tarea; gestioné la mayor cantidad posible de recursos federales para mi estado, destrabé cotos burocráticos, busqué fórmulas y esquemas de colaboración al frente de mi cargo de subsecretario en la Sedesol entre 2010 y 2012.

El reto aún es fuerte. La pobreza extrema en Sonora persiste como núcleo duro, refractario todavía a la acción de las políticas públicas. Está en las colonias de las zonas urbanas donde observamos fenómenos perniciosos como la descomposición del tejido social y familiar, delincuencia y violencia.

Hagamos los cambios que se requieren, profundicemos las políticas sociales, continuemos ubicando a la gente en el centro de todo, destinemos más presupuestos al combate a la pobreza, encontremos las vías de coordinación que más nos convengan con el nuevo gobierno federal. Esa es la clave para seguir construyendo un futuro distinto y mejor para Sonora.

Los invito a visitar mi página www.marcopaz.mx, a dialogar en Twitter @marcopazpellat y en el correo alfil3000@gmail.com.